Es desesperante que a veces le pedimos a nuestros hijos pequeños que hagan algo y se los tenemos que repetir mil veces para que lo hagan, o de plano no lo hacen. Hasta pensamos que lo hacen a propósito, sólo para que nos enojemos o para “ponernos a prueba”.

Sin embargo, no siempre es así, ya que los niños que están en edad preescolar naturalmente tienden a desobedecer, debido a que es un impulso propio de la etapa evolutiva. 

Es decir, van a poner resistencia a lo que les pide el adulto que hagan porque están en el proceso de construirse ellos mismos como individuos, y de entender cuál es su relación o cómo se vinculan con el mundo.

Además, si de alguna manera obedecieran “ciegamente” todas nuestras órdenes o hicieran todo lo que les pedimos, entonces se convertirían básicamente en clones y no en individuos.

Esta resistencia que manifiestan en su proceso de individualización les permite aprender sobre ellos mismos, sobre las relaciones con los demás, sobre el mundo que les rodea, así como aprender habilidades muy importantes como negociar, hacer acuerdos, ser flexibles, aprender o entender que hay cosas negociables y cosas no negociables. Incluso, hasta dónde la realidad física y social les pone límites y cómo pueden relacionarse con esos límites.

¿Qué pasa con los niños pequeños? Si nuestro hijo está entre el año y medio y tres años de edad, y no hace caso, no quiere decir que su comportamiento se debe a que es desobediente, sino a que todavía no es un ser social.

Es decir, no considera que los demás sean personas per se; de alguna manera está probando una acción-reacción con las personas desde él mismo (es como una posición narcisa o egocéntrica de ver el mundo).

Lo que él necesita, lo que él quiere y, cómo lo que hace o lo que no hace afecta a los demás, pero desde él. No lo ve desde la perspectiva de que si desobedece le molestará a su mamá, sino que pensará “qué raro, mi mamá se enoja cuando hago esto”.

Así que lo que nos toca a nosotros como adultos es ayudarlos y guiarlos para que sean lo más exitosos posible en esta sociedad, para que cumplan lo que se espera de ellos. Podemos empezar con estos consejos.

PARA NIÑOS PEQUEÑOS DE 1 A 3 AÑOS

  1. Crear rutinas visuales en donde ellos sepan lo que se espera de ellos. Debemos ser muy constantes y tratar de no hacer excepciones, porque los niños chiquitos entre 1 y 3 años tienden mucho a convertir las excepciones en reglas.
  2. Usar estrategias adecuadas a su desarrollo. Para lograr la cooperación en los niños pequeños y fomentar a que sí hagan las cosas, podemos utilizar estrategias que funcionen a la etapa de su desarrollo como hacer que nos imiten, usar juegos y canciones para que tengan claras las expectativas, decirles lo que esperamos de ellos de manera corta y clara y utilizar mucho lenguaje no verbal y entusiasmo.

PARA LOS NIÑOS DE 3 A 6 AÑOS

A esta edad la resistencia se vuelve social, es decir, ya saben que cuando dicen “no”, nos molesta a los papás y de cierta manera les da curiosidad y les parece interesante. 

Así que aunque ellos entienden que les estamos pidiendo algo y nos vamos a molestar si no lo hacen, podrían no hacerlo porque quieren entender hasta qué punto los límites son negociables o no; saber qué tipo de actitudes y de estrategias les funciona mejor para conseguir lo que ellos quisieran.

Sin embargo, ojo, este tipo de desobediencia es normal, no es personal. Es una etapa de desarrollo, están tratando de entender cómo funciona el mundo social, los límites, las reglas y la realidad.

¿Qué podemos hacer para que haya cooperación?

  1. Conectar antes de cooperar. Buscar que haya conexión y después dirigir. Por ejemplo, si está viendo la tele podemos llegar y preguntar algo sobre lo que está viendo y después le decimos “acuérdate que cuando acabe el programa la vamos a apagar, aquí está el control para que lo apagues cuando estés listo”.
  2. Usar la competencia. En esta edad son muy competitivos, así que podemos usar esto a nuestro favor. Por ejemplo, propongamos que hagan una cosa antes que nosotros o cosas así; también utilizar juegos y humor para lograr la cooperación.
  3. Permitirles que en ciertas cosas sí haya negociación, pero siempre y cuando la negociación no afecte a la realidad. Es decir, si nos dicen “deja terminar este juego y me meto a bañar”, si no es muy tarde todavía y hay tiempo para que termine el juego, entonces hacemos un acuerdo para que terminen su juego.

La idea es generar cooperación, porque no se trata de fomentar una obediencia ciega. Sin embargo se requiere de paciencia; es una labor a largo plazo, porque todas las habilidades de negociación, hacer acuerdos y ser independientes que aprenderán, van a ser muy valiosas en su futuro.

Fuente: Agencia Sapiens

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