Algunos de los mayores clientes de JP Morgan se encontraron recientemente con una reacción insólita. El banco les pidió que se llevaran su dinero a otra parte.

Según explicó su ejecutivo Jamie Dimon, la histórica firma de inversiones solicitó a algunas de las empresas que más fondos tienen depositados en él que los traspasaran a otras entidades, hasta reducir su base de depósitos en 200 mil millones de dólares.

JP Morgan, uno de los colosos de las finanzas en Estados Unidos, no es una excepción.

«Los mayores bancos del país están inundados de dinero, hasta el punto de que algunos han empezado a rechazar depósitos y podríamos ver que otros empiezan a hacerlo también», afirma en conversación con BBC Mundo Nathan Stovall, experto en el sistema financiero de Estados Unidos de S&P Global.

Por qué en 2020 se crearon más dólares que nunca (y qué consecuencias tendrá para las economías de América Latina) ¿Cómo se ha llegado a un punto en el que los bancos rechazan el dinero? ¿Acaso no han vivido siempre de eso?

Qué está pasando
«Es una situación sin precedentes. Nunca habíamos vivido algo así», indican.

«Vivimos una crisis de liquidez al revés. Normalmente, cuando hay una recesión el efectivo se vuelve un bien preciado y los bancos podían ser muy agresivos en la captación de fondos. Pero en la crisis provocada por la pandemia está sucediendo todo lo contrario. Los bancos tienen demasiado dinero al que apenas pueden sacar beneficio».

En condiciones normales, los bancos siempre están ávidos de recibir ingresos, porque con ellos pueden conceder préstamos y obtener un interés. Esos intereses son parte principal de su negocio.

Pero ese margen de ganancia ha desaparecido por una combinación de factores relacionados con las exigencias de capital aprobadas tras la crisis financiera de 2008, el golpe económico de la pandemia y la política de estímulos que ha adoptado el gobierno de Estados Unidos para contrarrestarlo.


La baja demanda de crédito perjudica a los bancos.

Para empezar, los tipos de interés fijados por la Reserva Federal se mantienen en 0 desde el mes de marzo, una medida encaminada a incentivar la actividad y el movimiento del dinero que golpea el beneficio que obtienen las entidades financieras al prestar.

Y la demanda de créditos se ha desplomado. La incertidumbre acerca de cuándo terminará la pandemia y mejorará la economía aconseja prudencia a la mayoría y son pocos los que ahora quieren endeudarse y correr riesgos.

A eso se suman los estímulos aprobados por el gobierno, que incluyen desde la compra de bonos emitidos por las entidades hasta pagos directos a las familias y negocios, así como la creación de cada vez más dinero.

Como resultado, JPMorgan, Bank of America y Citigroup recibieron más de un billón de dólares en depósitos en 2020 y el ratio de préstamos por depósito en las entidades cayó a mínimos históricos, hasta situarse apenas por encima del 60%.

Los niveles de ahorro se han disparado. «La gente está literalmente acaparando dólares en los bancos», resume Stovall.

Estos no solo tienen ahora más difícil rentabilizar los depósitos. Su aumento les exige también incrementar el capital con el que están obligados a respaldarlos, mucho más de lo que era antes del crash de 2008, tras el que las autoridades introdujeron medidas para evitar un nuevo colapso del sistema.

Varios ejecutivos del sector ya han reclamado a las autoridades que relajen esas exigencias en el nuevo contexto.

Cómo afecta a los bancos y cómo puede afectar a la gente
Stovall cree que «ahora el sistema financiero es fuerte» y no está en juego su viabilidad. «Se trata más bien de una cuestión de cuánto puede ser su beneficio».

El experto recuerda que «los bancos más grandes cuentan con otras muchas maneras de hacer negocio» y no cree que el nuevo gobierno presidido por Joe Biden vaya a hacer concesiones sustanciales en materia regulatoria.

«La seguridad del sistema es prioritaria para el gobierno, que lo que quiere de la banca es que esté en condiciones de conceder créditos para activar la economía, y, desde luego, la banca está deseosa de hacerlo».

En realidad, la consecuencia más directa del escenario actual ya llevan tiempo percibiéndola quienes tienen sus ahorros depositados en los bancos, al recibir una rentabilidad casi nula por ellos, y los pronósticos no apuntan a que eso vaya a cambiar pronto. Eso podría causar efectos de desenlace incierto.

Stovall advierte que «esta situación puede llevar a muchos pequeños ahorradores a buscar productos e inversiones de mayor riesgo», como parece confirmar el alza en la cotización de activos de alta volatilidad como el bitcoin.

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