Podría parecer una tontería fruto del amor que los dueños profesan a sus mascotas y del vínculo humano-animal que hay entre ellos.

Pero determinar la edad “real” de una mascota es, en realidad, importante, ya que nos ayuda a los veterinarios a prescribir para nuestros pacientes animales unos cuidados más acordes con su etapa de desarrollo.

Se suele decir que un año para nosotros es como siete años para los perros y los gatos. Y lo cierto es que algo de sentido tiene, pues la gente se dio cuenta de que, con un cuidado óptimo, un perro de tamaño mediano era capaz de vivir aproximadamente una séptima parte de lo que viviría su dueño humano. Así nació la ecuación “siete años de perro por cada año humano”.

No todos los perros son de tamaño mediano, así que, ya desde el principio, la regla se construyó a partir de una simplificación excesiva.

Los perros y los gatos envejecen a ritmos distintos, y no solo con respecto a los humanos, sino también con respecto a ellos mismos. Este ritmo depende, en parte, de las características de la raza y el tamaño. Así, los animales más grandes tienden a vivir vidas más cortas que los más pequeños. Y aunque los gatos varían poco en tamaño, el tamaño y la esperanza de vida de los perros sí varía enormemente de unos a otros; no hay más que comparar a un chihuahua con un gran danés.

Fuente: Agencia Sapiens

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